Zeke, el ternero

Bosko, el labrador amarillo de la familia, encontró un ternero casi muerto de hipotermia en el rancho. Su madre estaba muy débil para cuidarlo, y el frío y la humedad lo tenían muy mal.

La propietaria, de 72 años, y su hija lo colocaron sobre una frazada y lo arrastraron hacia la casa para que entrara en calor e intentar salvarlo.

Su nariz estaba congelada y sus ojos parecían muertos, pero a duras penas el animalito respiraba.

Luego de rodearlo con frazadas y almohadillas térmicas, le dieron algunos antibióticos y cruzaron los dedos.

Bosko no se alejó de su lado.

Luego de unas cuatro horas, comenzó a moverse y su respiración comenzó a ser más regular.

Esa noche le agregaron más frazadas, algunos animales de peluche y un calientacama. Bosko entró a regañadientes en la casa y su hermano, Duke, tomó el turno de la noche.

Al día siguiente el ternero se veía más animado y comenzó a alimentarse un poquito.

Al tercer día, Zeke se había levantado y tomaba la mamadera sin problemas. Luego de unas semanas de alimentarlo de esta forma y mantenerlo calentito en el viejo gallinero, lo llevaron de vuelta con el resto de las vacas.

Seis meses pasaron y Zeke se encuentra bien. Es un poquito más pequeño de lo que debería ser, pero es de esperarse con la experiencia que tuvo que pasar.


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