Datos poco conocidos acerca de los lobos

Los lobos rabiosos son extremadamente peligrosos

Aunque los lobos no son el vector principal de la rabia, pueden contraerla por otras especies como mapaches y zorros. A diferencia de algunos animales que exhiben letargo y desorientación, los lobos pasan casi inmediatamente a una violencia extrema cuando contraen la enfermedad.

Un número significativo de ataques a humanos están vinculados directamente a la rabia. Tales incidentes han descendido considerablemente los últimos años, pero unos cuantos todavía ocurren cada año. Aunque hay tratamientos disponibles para las personas mordidas por animales hidrofóbicos, la tendencia del lobo es morder cerca de la cabeza y el cuello, y muchas veces el virus llega al cerebro antes de que se busque ayuda médica.

Los lobos comen a sus presas vivas

Los lobos comen casi cualquier cosa para sobrevivir, pero su alimento preferido son los grandes ungulados (como ciervos y alces). A diferencia de los ososy los grandes felinos, los lobos no poseen un arma anatómica que sea capaz de despachar rápido a tan grandes animales. Matan por desgaste; la manada entera dan dentelladas a las ancas y perineo del animal rasgando los intestinos, hasta que la presa colapsa por agotamiento. Empiezan a comer inmediatamente, aunque en animal esté aún vivo por algunos momentos.

Comedores de perros

Aunque perros y lobos están estrechamente relacionados (prácticamente la misma especie) y fácilmente pueden cruzarse, muchos lobos consideran presas a los perros. En una pelea, hasta los perros grandes son generalmente superados ya que los lobos de igual tamaño tienen dientes más grandes y una mordida más devastadora.

En Rusia, donde los perros callejeros se han convertido en un serio problema desde la caída de la Unión Soviética, se han convertido en un elemento básico en la dieta de los lobos. Con frecuencia, un lobo solo hace que un perro lo siga, llevándolo a una emboscada por el resto de la manada.

Solo los más grandes y feroces guardianes del ganado, como los Pastores del Cáucaso, tienen la oportunidad de defenderse.

Humanos en el menú

La peste negra, que devastó Europa en la Edad Media, puede explicar mucho acerca de la tensa dinámica entre lobos y seres humanos. Con los cadáveres apilándose más rápido de lo que podían ser enterrados o incinerados, era natural que los lobos se reunieran en las afueras de las ciudades para darse un festín con los muertos. Al hacer éso, generaciones enteras desarrollaron gusto por la carne humana, y posiblemente comenzaron a vernos como presas.

Algo parecido ocurrió con la viruela, llevada a las Américas por los colonizadores europeos, con un efecto catastrófico sobre los nativos. Como nunca habían tenido contacto con la enfermedad, su sistema inmune se encontraba indefenso y de quienes la contrajeron, un 80-90% murió.

El naturalista sueco Peter Kalm, enviado en 1748, registró que en el período anterior a la Guerra de la Independencia (de EE.UU.), la viruela estaba en un punto particularmente devastador a lo largo de la costa este. Al detectar una comida fácil, los lobos invadían los poblados indios, devorando cadáveres y enfermos desvalidos.

Aunque muchos nativos norteamericanos veneraban a los lobos, también mostraban un temor saludable especialmente en zonas boscosas, donde uno podía encontrárselos de forma inesperada y a corta distancia.

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