Diamantes para recordar

Aunque convertir las cenizas de un ser querido fallecido en un diamante no es una novedad, parece que actualmente está en auge.

Existe una empresa suiza que desde 2004 se ocupa de transformar cenizas humanas en un diamante sintético.

Para obtener la gema, se utiliza el carbono existente en las cenizas. En primer lugar se purifican las cenizas, luego se calientan como dentro de un volcán a 1.700 ºC y se someten a presión por un período de tres a cuatro semanas.

Un diamante de cuarto quilate cuesta unos 3.000 dólares, pero el precio puede llegar hasta 37.000 con un diamante de dos quilates. Pueden tener diferentes cortes (princesa, oval, corazón, esmeralda, etc), con un color que generalmente es azulado. También es posible grabar con láser en el diamante, un nombre y una fecha invisibles al ojo humano.

Hoy en día esta empresa suiza, llamada Algordanza, tiene una veintena de sucursales en varios países, como España, China, Rusia o México.

También hay una empresa -LifeGem- con base en Houston, EE.UU., que se dedica a la misma actividad. Ellos mezclan las cenizas con grafito para hacer los diamantes. El color de las piedras, en este caso, puede ser azul, rojo, verde, amarillo, o transparente, como el cliente lo prefiera.

Puede parecer extraño, pero ahora en vez de poner las cenizas en una urna, tirarlas al mar o al viento, podemos llevar un diamante recordatorio del ser querido, en un anillo o un colgante, siempre con nosotros. Al fin y al cabo, los diamantes son eternos.

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