Tarra y Bella, una gran amistad
Tarra es una elefanta nacida en Burma en 1974 y que fue imporatada a EE.UU. antes de que su comercio fuera ilegal. Tarra vive en el Santuario para elefantes de Tennesee, luego de trabajar por veinte años en circos, zoológicos y televisión.
Cada elefante que llega al santuario desarrolla una relación especial con otro elefante, aunque es sabido que estos animales muestran notable empatía también con otras especies. En el caso de Tarra, su compañía especial era una perra llamada Bella.
En cuanto a Bella, ella era una de un número de perros callejeros que viven en los terrenos del santuario, que abarca 1.092 hectáreas. Su historia es desconocida, pero llegó en algún momento del año 2003 y se hizo amiga de Tarra. A pesar de la enorme disparidad en su tamaño -Tarra, con 4.000 kilos por lo menos cien veces el tamaño de Bella- y también obviamente, a pesar de la diferencia de las especies, las dos eran almas gemelas. Daban largos paseos juntas, jugaban en el agua, y comían y dormían juntas.
Tarra siempre demostró delicadeza hacia su amiga canina; le tocaba suavemente el estómago con su pata y la acariciaba con la trompa.
La ilustración más conmovedora de su devoción se produjo durante la enfermedad de Bella en 2009. La perra sufrió una grave lesión en su columna, que la mantuvo inmóvil y bajo cuidado en la oficina del segundo piso del santuario, permaneciendo Tarra y Bella separadas durante semanas. Tarra hizo vigilia frente al edificio, a sabiendas de que su amiga estaba dentro. Al final, para aliviar la preocupación de Tarra, el personal del santuario finalmente recogió a Bella y la llevó hasta el balcón donde su amiga elefante podía verla. Bella meneó la cola al verla, y a partir de entonces, las visitas terapéuticas se repitieron todos los días hasta que Bella se mejoró. Una vez que la perra recuperó su movilidad, las dos se juntaron, reanudando su feliz relación.
Lamentablemente, sus ocho años juntas terminaron con la muerte de Bella a finales de octubre de 2011. Se cree que Bella fue muerta por coyotes. Tan pronto se dieron cuenta de que Bella había desaparecido en la mañana, el personal del santuario inició una búsqueda en todo el lugar, que se prolongó hasta el día siguiente. El personal tiene razones para creer que fue Tarra quien encontró el cuerpo de su amiga y se lo llevó a casa, ya que el cuerpo de Bella fue descubierto cerca de un granero. Allí estaba Tarra con Bella y otros cinco elefantes.
La pérdida de Bella fue llorada por la comunidad global del santuraio. El personal dio especial atención a Tarra en su duelo, así como otros elefantes le dieron consuelo. Tarra recibió buenos deseos y mensajes de simpatía de todo el mundo.
En esta tragedia, Tarra nos ha enseñado a todos una lección importante: la vida sigue. En los días y meses después de la muerte de Bella, Tarra buscó consuelo en sus hermanas, sobre todo en Shirley quien está muy cerca de ella.
Cada elefante que llega al santuario desarrolla una relación especial con otro elefante, aunque es sabido que estos animales muestran notable empatía también con otras especies. En el caso de Tarra, su compañía especial era una perra llamada Bella.
En cuanto a Bella, ella era una de un número de perros callejeros que viven en los terrenos del santuario, que abarca 1.092 hectáreas. Su historia es desconocida, pero llegó en algún momento del año 2003 y se hizo amiga de Tarra. A pesar de la enorme disparidad en su tamaño -Tarra, con 4.000 kilos por lo menos cien veces el tamaño de Bella- y también obviamente, a pesar de la diferencia de las especies, las dos eran almas gemelas. Daban largos paseos juntas, jugaban en el agua, y comían y dormían juntas.
Tarra siempre demostró delicadeza hacia su amiga canina; le tocaba suavemente el estómago con su pata y la acariciaba con la trompa.
La ilustración más conmovedora de su devoción se produjo durante la enfermedad de Bella en 2009. La perra sufrió una grave lesión en su columna, que la mantuvo inmóvil y bajo cuidado en la oficina del segundo piso del santuario, permaneciendo Tarra y Bella separadas durante semanas. Tarra hizo vigilia frente al edificio, a sabiendas de que su amiga estaba dentro. Al final, para aliviar la preocupación de Tarra, el personal del santuario finalmente recogió a Bella y la llevó hasta el balcón donde su amiga elefante podía verla. Bella meneó la cola al verla, y a partir de entonces, las visitas terapéuticas se repitieron todos los días hasta que Bella se mejoró. Una vez que la perra recuperó su movilidad, las dos se juntaron, reanudando su feliz relación.
Lamentablemente, sus ocho años juntas terminaron con la muerte de Bella a finales de octubre de 2011. Se cree que Bella fue muerta por coyotes. Tan pronto se dieron cuenta de que Bella había desaparecido en la mañana, el personal del santuario inició una búsqueda en todo el lugar, que se prolongó hasta el día siguiente. El personal tiene razones para creer que fue Tarra quien encontró el cuerpo de su amiga y se lo llevó a casa, ya que el cuerpo de Bella fue descubierto cerca de un granero. Allí estaba Tarra con Bella y otros cinco elefantes.
La pérdida de Bella fue llorada por la comunidad global del santuraio. El personal dio especial atención a Tarra en su duelo, así como otros elefantes le dieron consuelo. Tarra recibió buenos deseos y mensajes de simpatía de todo el mundo.
En esta tragedia, Tarra nos ha enseñado a todos una lección importante: la vida sigue. En los días y meses después de la muerte de Bella, Tarra buscó consuelo en sus hermanas, sobre todo en Shirley quien está muy cerca de ella.
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